El movimiento anarquista en Cuba fue importante y hegemónico durante varias décadas; a pesar de lo que sostiene la historiografía oficial, encontramos otro lugar donde las ideas libertarias tuvieron un papel predominante frente a los que insisten en que solo en España se produjo y como hecho excepcional.
A finales de la década de 1870, existía ya en Cuba un movimiento obrero bien organizado de carácter anarquista influido por España; se trata de una fuerza precursora en la isla de la lucha de clases, la organización sindical, el antirracismo y los derechos de la mujer, según el historiador Frank Fernández.
En la década de los 80, del siglo XIX, se habían creado ya varias publicaciones ácratas como “El Obrero” (۱۸۸۳) o “El Productor” (۱۸۸۷). En ese momento, el proletariado en Cuba estaba dividido en dos: los llamados unionistas, controlados por los patronos, y los anarquistas, una poderosa escuela socialista; insistimos en que el anarquismo era la principal fuerza revolucionaria, tal y como está documentado. Si apenas se hablaba de Marx y Engels, los grandes pensadores anarquistas eran muy conocidos entre los obreros cubanos y españoles trabajadores en las tabaquerías.
El primer congreso obrero en Cuba se produjo en 1887; en los acuerdos del mismo puede comprobarse las adelantadas ideas de los anarquistas cuando combaten por la igualdad entre blancos y negros en un contexto profundamente racista. Es gracias a esa influencia ácrata en el movimiento obrero que se producen grandes logros laborales y sociales.
En 1888, se forma otra combativa asociación obrera, “La Alianza”, que lleva a cabo notables acciones, dentro y fuera de Cuba (al sur de Estados Unidos, hay enclaves industriales del trabajo que también recogen la influencia anarquista); la gran bandera libertaria es la fraternidad universal, por encima de las razas y la naciones. Otra organización que propició el Congreso fue la “Federación de Trabajadores de Cuba”, que puede considerarse la primera asamblea de obreros en Cuba reunidos de forma permanente para llevar a cabo sus aspiraciones sociales. La exitosa huelga de los obreros del gremio tabacalero, iniciada en octubre de 1887, tuvo el paraguas protector de la Federación, la Alianza y El Productor.
Una de las figuras libertarias más prestigiosas fue Enrique Roig San Martín (1843-1889) -imagen de la derecha-, ideólogo y organizador del movimiento anarquista cubano, actor principal en el citado congreso de 1887. Desde la publicación “El Productor”, Roig orientará y alentará las huelgas de los obreros; los anarquistas logran en menos de un año (1888) dos huelgas importantes en un mismo sector, llevan a la práctica sus ideas, establecen un vínculo solidario con compañeros de fuera e inician la lucha de clases en Cuba. Roig, notable escritor y pensador, representaba las más avanzadas ideas anarquistas, por encima de las republicanas también contrarias al colonialismo español. Es esta influencia ácrata la verdadera protagonista de aquellos inicios de la organización obrera en Cuba, por encima de intereses electorales y pactos gubernamentales que pudieran tener otras fuerzas.
En 1890, se celebra el 1 de mayo por primera vez en Cuba, como un gran acto masivo y público de desafío a los patronos; fue un largo desfile de obreros, blancos y negros, cubanos y españoles, hombres y mujeres, todos unidos respondiendo al ideal libertario de fraternidad. Se aprovechó aquel acto para lanzar una severa crítica al sistema colonial español con sus abusos laborales y morales. Durante la Guerra de Independencia Cubana, los anarquistas comprendieron que no podían mantenerse divididos de las fuerzas separatistas, ya que el integrismo español pretendía usar a los ácratas para fragmentar la oposición al colonialismo; por supuesto, eso no implicó la renuncia a ningún ideal ni a la transformación revolucionaria.
Precisamente, fue la carismática figura de José Martí la que empujó a tantos anarquistas a abrazar la causa independentista, aunque muchos de ellos permanecieran fieles a sus ideas socialistas y libertarias.
En 1892, Martí impulsa la fundación del Partido Revolucionario Cubano (PRC), que no puede considerarse una mera fuerza electoralista y sí un movimiento revolucionario al estar compuesto de grupos autónomos heterogéneos y por propiciar la descentralización y la democracia directa; dos de aquellos grupos, denominados clubes, eran anarquistas bajo los nombres de Roig San Martín y Fermín Salvochea. Martí, a pesar de tener unas ideas sociales avanzadas, no creía en la lucha de clases por considerar que desembocaba en la violencia; los propósitos de los anarquistas estuvieron bien diferenciados de los de Martí, ya que no consideraban un objetivo final una república democrática independiente, aunque sí la valoraban como un marco de mayores libertades para continuar la labor revolucionaria.
Las promesas de cambios sociales sostenidas por Martí desaparecen con su muerte prematura en 1895 en combate contra las tropas españolas. En aquel proceso bélico de lucha por la independencia, los anarquistas estuvieron divididos: algunos se convirtieron en combatientes y otros fueron contrarios a la guerra civil, aunque no hubo división radical entre las dos posturas y, en general, los ácratas colaboraron con los separatistas de un modo u otro. No obstante, hay que hacer hincapié en la fuerza de los principios anarquistas, según los cuales, ni la guerra civil ni la posterior república independiente llevarían a la verdadera libertad social; muchos otros países servían como ejemplo y en ellos se continuaba persiguiendo al movimiento anarquista. Era la primera vez que se discutió en el anarquismo, a nivel internacional, sobre la conveniencia o no de participar en una guerra de independencia; en España, la crueldad de la guerra y la política de Cánovas del Castillo propició una gran tensión social en la que los anarquistas tuvieron un papel principal; las víctimas ácratas en Montjuic, Barcelona, Cataluña, (España) y los horrores coloniales en Cuba y Filipinas, empujaron al anarquista Angiolillo a asesinar a Cánovas en agosto de 1897. Su sucesor fue Mateo Sagasta, que decretó una autonomía para Cuba, algo que no satisfizo a nadie, lo que fue aprovechado por los Estados Unidos para iniciar una guerra contra España; aquello desembocó en la derrota y pérdida de sus colonias por parte del gobierno español. El separatismo cubano fue también finalmente derrotado, ya que Cuba pasó de la autonomía tuteada por España al proteccionismo económico norteamericano.
En 1899, los anarquistas se reorganizaron bajo la “Alianza de Trabajadores”, objeto muy pronto de la represión estatal; en septiembre de ese mismo año, también nace una nueva organización obrera, la “Liga General de Trabajadores”, con importante influencia libertaria a pesar de tener un perfil moderado.
En febrero de 1900, el gran pensador y escritor anarquista Errico Malatesta fue a Cuba para dar conferencias y entrevistas para diversas publicaciones; muy pronto, dicha gira será también reprimida por las autoridades. A su regreso a Estados Unidos, Malatesta escribirá un artículo en el que dará su visión sobre Cuba, recordando que el problema social continúa en la república e instando a los compañeros a que tomen “su puesto entre los elementos más adelantados (…) luchar por la emancipación integral de la humanidad”. A comienzos del siglo XX, efectivamente, los anarquistas siguieron criticando injustas situaciones sociales y laborales que persistían; en torno a 1902, junto a otras organizaciones sindicales, los anarquistas intentan organizar la industria del azúcar, principal en Cuba, pero los propietarios responden incluso con asesinatos. El panorama social en aquellos años no podía ser más frustrante; igual que en España, liberales y conservadores se alternaban en el poder y ninguno de ellos tenía la más mínima conciencia social. La única diferencia era que, mientras los conservadores perseguían sin más a los anarquistas, los sectores más progresistas del Partido Liberal trataban de atraerlos con pequeños favores para manipularlos.
Como es lógico, los anarquistas intentarán también en Cuba incidir en la educación para preparar la futura revolución social y como alternativa a las escuelas católicas y estatales; uno de los modelos será la pedagogía de la Escuela Moderna de Francisco Ferrer, como puede verse en manifiestos publicados en 1908 en las publicaciones “¡Tierra!” y “La Voz del Dependiente”.
A partir de 1911, después de una huelga poco exitosa en diversos sectores, se inició una nueva represión y muchos anarquistas cubanos fueron encarcelados mientras que otros españoles fueron deportados. Los gobiernos en la república cubana serán cada vez más autoritarios.
En 1915, se producen nuevas deportaciones debido a las leyes contrarias al anarquismo y el periódico “¡Tierra!” es suspendido. En aquel momento, nace un documento llamado Manifiesto de Cruces, de notable redacción literaria y fuerte combatividad anarquista, que tuvo una gran repercusión; era la resistencia de un grupo de trabajadores frente al destino de hambre y represión que heredaban generación tras generación.
En 1917, se inicia en la Isla un periodo dictatorial con grandes convulsiones sociales; el local anarquista más notable de aquella época fue el “Centro Obrero de La Habana”, desde el que se planificaron en los años siguiente todo tipo de huelgas, boicots y actividades.
En 1920, con cierta calma social iniciada, hubo un Congreso ácrata en la Habana, (Cuba) donde se acuerda la formación de una “Confederación Nacional de Trabajo”; en ese momento, los ácratas siguen estando a la cabeza del movimiento obrero en Cuba. La etapa más constructiva del anarquismo en Cuba se inicia en ese momento, con un gobierno moderado en el poder: proliferan las publicaciones liberarías, se editan libros y folletos, se crean ateneos, centros obreros y clubes naturistas; los anarquistas, en aquellos años, son los primeros que, sin muchos medios y con total autonomía, organizan, agrupan y orientan a la mayor parte de los trabajadores del campo y la ciudad en un esfuerzo sin parangón en la historia de Cuba. Merece la pena destacar el nombre de Alfredo López, imagen de la derecha-, de filiación netamente anarquista, figura que emerge del Congreso de 1920 y, desgraciadamente, tiene su fin en 1926 al ser asesinado. López es uno de los promotores de la creación de la “Federación Obrera de La Habana” (FOH), en 1921, que no está formado exclusivamente por sindicatos anarquistas, pero sí son los más numerosos y las ideas libertarias son las de mayor influencia; a pesar de contar con la oposición de algunos anarquistas, partidarios de una organización netamente anarcosindicalista, en general se terminaron aceptado las posturas unitarias de Alfredo López.
En 1925, se celebrará el Segundo Congreso Nacional Obrero (febrero) y el tercero en agosto; en este último se decide la creación de la “Confederación Nacional Obrera Cubana” (CNOC), la cual reúne a todos los sindicatos, hermandades, uniones, gremios y asociaciones proletarias de Cuba; la influencia del anarcosindicalismo en el Congreso es innegable. En las Actas del Congreso de la Fundación de la “CNOC” estuvieron los acuerdos del rechazo a la acción electoral, la demanda de las ocho horas, el derecho a huelga y el profundo deseo de no burocratizar la organización; por primera vez en la historia de Cuba, una mujer es nombrada presidenta, Juana María Acosta.
El triunfo electoral del Partido Liberal, al frente del cual estaba Gerardo Machado, inició una crisis de las ideas anarcosindicalistas en Cuba. El muy autoritario Machado fue consciente de que la “CNOC” era un obstáculo para sus objetivos políticos, por lo que estimuló a los elementos más reformistas de la organización obrera, mientras que el ala más progresista de los liberales desapareció por completo. Se inició una fuerte política de desprestigio y represión sobre los anarquistas, como no había conocido la Isla en su historia sindical; no se hizo esperar la respuesta de los elementos más radicales dentro del anarquismo contra Machado, incluyendo el intento de magnicidio, creándose grupos de acción y fundando la “Federación de Grupos Anarquistas de Cuba” (FGAC). La dictadura de Machado tiene su fin en 1933 debido a un serie de factores políticos, no sin antes llevar a cabo criminales actos represivos; en aquella caída, tuvieron un papel protagonista los anarquistas, atrincherados en la “FOH”. La “FGAC” denunciará después mediante un manifiesto la deriva colaboracionista de la “CNOC”, en la que los comunistas tuvieron un papel importante
Después de la dictadura de Machado, los anarquistas no quedan en una buena posición, ya que sus más esforzadores activistas y orientadores habían sido víctimas de la represión estatal. Así, cuando en septiembre de 1933 se produce un golpe de estado, contra un gobierno provisional cimentado por los Estados Unidos que había sustituido al de Machado, los anarquistas se encuentran en un estado preorganizativo. El nuevo es un gobierno de perfil izquierdista y presuntamente revolucionario; el desafío que lanzaron a la embajada norteamericana, junto a su política intervencionista, supuso que no durará más de 100 días. Ante de eso, había promulgado una ley que afectaría notablemente al movimiento anarquista; por la misma, los patronos no podían emplear a más del 50% de trabajadores extranjeros, por lo que muchos militantes libertarios tuvieron que abandonar el país y trasladarse a España, lugar donde les esperaría la cruenta Guerra Civil. En Cuba, los comunistas comenzaban a influir sobre la clase obrera y lanzaban todo tipo de infundios sobre los anarquistas; entre ellos, las acusaciones de ser agentes al servicio de los Estados Unidos, e incluso tildándoles de fascistas, algo que antecederá a las acusaciones que vendrán tras el triunfo de la revolución de Castro. Por su parte, Fulgencio Batista se estaba convirtiendo en el protagonista del régimen, ayudado por los Estados Unidos, por la burguesía y por el capitalismo en general; se estableció una dictadura a la que, por supuesto, se opusieron los anarquistas a pesar de que la situación para ellos no supusiera una gran diferencia. Hay quien menciona cierta dificultad, en el movimiento anarquista, para hacer entender a la nueva generación con los veteranos supervivientes de tan convulsos tiempos, los cuales se habían atrincherado en la Federación de Grupos Anarquistas de Cuba; los jóvenes, por su parte, fundaron en La Habana la Juventud Libertaria de Cuba.
En 1936, al comenzar la Guerra Civil Española, los anarquistas cubanos crean en La Habana, (Cuba) la “Solidaridad Internacional Antifascista” para ayudar a la CNT y la FAI; la solidaridad con los españoles, a pesar de la depresión económica en la Isla, fue considerable y muchos libertarios cubanos acudieron a luchar en el conflicto español. Con la derrota republicana, muchos de los supervivientes fueron repatriados a Cuba, los cuales fueron objeto de la solidaridad de los compañeros cubanos gracias a un notable esfuerzo solidario. Cabe destacar que Cuba fue un lugar que sirvió de trampolín para ubicar en el continente a los anarquistas exilados, desde Chicago Cook, Illinois, (Estados Unidos) a Buenos Aires, (Argentina).
A finales de la década de los 30, el movimiento obrero estaba controlado por los comunistas, bajo la tutela del Estado; el Partido Comunista Cubano había pactado con Batista, apoyándole electoralmente, y este había sabido devolverle el favor.
En 1940, gracias a derechos garantizados por la Constitución cubana, en la redacción de la cual intervinieron representantes de todas las clases sociales, los anarquistas pudieron organizarse mejor. La SIA y la “Federación de Grupos Anarquistas de Cuba” se disolvieron y nació la “Asociación Libertaria de Cuba”, que tuvo su primer congreso en 1944 y el segundo en 1948 con el discurso inaugural de Augustin Souchy, que representaba a la “Alianza Internacional de Trabajadores” y que había tenido una activa participación en la CNT, en la Revolución española y en las Jornadas de Mayo de 1937; el órgano oficial de la “Asociación“ se denominará “Sociedad Gastronómica”, publicado sin interrupción hasta su clausura en 1960 por el régimen castrista.
A partir del comienzo de la década de los 40, los anarquistas se esforzarán a nivel organizativo y se fundarán grupos de acción entre estudiantes y obreros deseosos de paliar la influencia comunista. A partir de 1947, se produce un nuevo renacer libertario y en La Habana, (Cuba) se publican algunos boletines de propaganda e información firmados por la “Federación de Juventudes Libertarias de Cuba”, así como un “Boletín de la subdelegación de la CNT de España”. Gracias al prestigio y honestidad de los militantes anarcosindicalistas se logra influir sobre el sindicalismo oficial, orientando a numerosos sectores como los de transportes, gastronomía, construcción o plantas eléctricas. Los anarquistas del interior de la Isla crean las “Asociaciones Campesinas” para que los lugareños más humildes, sin tierra ni recursos, se organicen; ya tiempo atrás, los ácratas habían establecido exitosamente colectividades agrícolas libres en el sur de Oriente.
Un documento importante que salió del mencionado Segundo Congreso de la ALC, en 1948, se publicó ese mismo año en forma de folleto con una serie de dictámenes; se contemplaba en el mismo la creación de una sociedad libertaria en Cuba, apelando a todos los sectores económicos y sindicales, se declaraba el movimiento anticapitalista y antiimperialista (aludiendo, tanto a EEUU, como a la URSS), y se arremetía contra los comunistas de perfil estalinista y contra la Iglesia Católica. Un Tercer Congreso se produjo en marzo de 1950 con la intención de influir definitivamente sobre el movimiento obrero y despojarle de toda deriva burocrática e influencia sectaria; a pesar de querer también orientar la independencia del sindicalismo oficial, representado por “Confederación de Trabajadores de Cuba,” se trata de crear otra organización independiente, algo que fracasó debido a los numerosos obstáculos reformistas, comunistas y gubernamentales. Merece la pena destacar en aquellos tiempos una publicación anarquista iniciada en abril de 1950, “Estudios. Mensuario de Cultura”, editada en La Habana, (Cuba); se trataba de una revista moderna con excelente contenido. Por su parte, se continuaba editando “El Libertario” desde la década anterior, en formato periodístico, el cual se clausuraría oficialmente en abril de 1952.
En marzo de 1952, Batista había dirigido un golpe de Estado violando el principio constitucional cubano; no obstante, el contexto popular es en general de bastante indiferencia por ser el gobierno anterior extremadamente corrupto. Los comunistas, a pesar de que no recobran su primacía en la CTC, pactan con Batista. Los anarquistas, como no podía ser de otra manera, fueron unos activos combatientes contra la dictadura junto a diversos grupos guerrilleros e incluso participaron en el Movimiento 26 de Julio fundado por Fidel Castro.
En marzo de 1955, los anarquistas convocan una denominada “Conferencia Nacional Libertaria” en la que se confirman los principios de lucha por la libertad frente al régimen dictatorial, algo con lo que serán coherentes hasta el final; destacamos un folleto publicado en 1956, llamado “Proyecciones libertarias”, en el que se denunciaban los desmanes de la dictadura y se prevenía ante el movimiento de Fidel Castro. Por su parte, “Solidaridad Gastronómica”, órgano de la ALC, continuaba publicándose defendiendo los principios anarquistas a pesar de las dificultades.
En abril de 1957, se celebró la “Conferencia Anarquista Americana”, en Montevideo, (Uruguay), a la que la ALC envió dos delegados; en los acuerdos, se decidió combatir severamente todas las dictaduras en Latinoamérica, incluida por supuesto la cubana. El régimen de Batista perseguirá a los anarquistas, los cuales se unieron a la lucha armada contra la dictadura.
Los intereses norteamericanos y los de la burguesía cubana se consideran en peligro en aquellos momentos y ya no ven a Batista como un aliado, por lo que financiarán al resistente movimiento castrista; el historiador Frank Fernandez considera que, a pesar de la propaganda posterior, la violencia armada contra Batista de Castro nunca tuvo una base obrera y campesina, sino que fue en gran medida obra del capitalismo y de la burguesía. El Partido Comunista empieza a negociar con elementos afines entre los guerrilleros, para hacerlo posteriormente con el propio Castro; éste, pronto firmará en Caracas, (Venezuela) un pacto con toda la oposición, mientras dice mantener un programa de justicia social y reformismo político al estilo de la Constitución de 1940. En 1958, Batista ya no podía contender a los rebeldes y huyó de Cuba; comenzará otra etapa para la Isla y para el movimiento anarquista.
Recordemos el mencionado folleto “Proyecciones libertarias”, donde ya se advertía sobre la figura de Castro y su afán desmedido de poder. Los libertarios desconfiaban de Fidel, pero no así la burguesía los políticos y la embajada estadounidense, que esperaban poder manipularle a su gusto. Muy pronto, se creó un gobierno que sentó las bases para la posterior represión; los llamados Tribunales Revolucionarios llevaron a cabo juicios sumarísimos y restablecieron la pena de muerte, llevada a la práctica también por motivos políticos. A pesar de que los elementos anarcosindicalistas serían pronto apartados del movimiento obrero, publicaciones libertarias como “Solidaridad Gastronómica” y “El Libertario” se mostraron en un primer momento cautos e incluso favorables hacia el gobierno revolucionario. No obstante, la “Asociación Libertaria de Cuba” dejó claras sus reticencias hacia el nuevo panorama político y denunciarán la pérdida de autonomía del movimiento obrero y la progresiva influencia del Partido Comunista, que paradójicamente había gozada de privilegios en la dictadura de Batista. Merece la pena nombrar el caso de uno de los barbudos protagonistas de la triunfante insurrección contra Batista, Camilo Cienfuegos, hijo de un antiguo anarquista, que desapareció muy pronto en un accidente de aviación en octubre de 1959. La carismática figura de Camilo fue utilizada por el régimen de Castro haciendo creer al anarquismo internacional que era un militante libertario; existen evidencias de que nada tenía que ver Cienfuegos con el anarquismo y que fue una mera artimaña para atraerse las simpatías del movimiento libertario.
Conscientes del desastre de la deriva autoritaria del régimen castrista, los anarquistas, en 1960 realizaron una Declaración de Principios llevada a cabo por la “Agrupación Sindicalista Libertaria” (siglas que escondían, por miedo a la represión, a la “Asociación Libertaria de Cuba”) en la que se atacaba al Estado de todas las formas posibles, al centralismo agrario propuesto por la Reforma Agraria Gubernamental, así como al nacionalismo, al militarismo y al imperialismo. Los anarquistas hacían énfasis una vez más en la libertad individual (como base para la libertad colectiva), en el federalismo y en la educación libre. Era un sincero y feroz ataque ideológico a la llamada Revolución Cubana, y las acusaciones a sus autores de estar a sueldo de los Estados Unidos no tardaron en llegar. Después de aquello, el anarquismo y el anarcosindicalismo no pudieron ejercerse al erradicarse la libertad de prensa y no poder hacerse propaganda de las ideas. Pocos militantes quedaron en Cuba, sufriendo un miserable despotismo. A mediados de 1960 comenzó el éxodo de los anarquistas hacia Estados Unidos, país elegido numerosas veces por aquellos perseguidos que lo consideraban un lugar con oportunidad de ganarse el sustento y también por su cercanía para proseguir la lucha.
En el verano de 1961, se constituyó en Nueva York, (Estados Unidos) el “Movimiento Libertario Cubano en el Exilio” (MLCE); paralelamente, nació en Miami, Florida, (Estados Unidos), otro grupo similar. Por otra parte, en agosto de 1961 se publicó en Santiago de Chile, (Chile) un panfleto firmado por la “Federación Anarquista Internacional” con el nombre de “Manifiesto de los anarquistas de Chile sobre la Revolución Cubana ante los imperialismos yanqui y ruso”, que tuvo una pobre distribución y sufrió el boicoteo marxista; en él se denunciaba el castrismo por primera vez a nivel hemisférico y seguía la misma línea del publicado en La Habana, (Cuba) por los libertarios.
La posición anarquista con respecto al castrismo estaba ya clara, a pesar de las ambigüedades de ciertas figuras del anarquismo internacional, especialmente en Europa. La incansable actividad intelectual de algunos anarquistas cubanos hace que se expongan con claridad meridiana conceptos como los siguientes: “expropiar empresas capitalistas, entregándolas a los obreros y técnicos, eso es revolución”; “pero convertirlas en monopolios estatales en los que el único derecho del productor es obedecer, esto es contrarrevolución”.
En 1963 vio la luz en Buenos Aires un folleto de cerca de 100 páginas llamado “Revolución y dictadura en Cuba”, escrito por el anarquista cubano Abelardo Iglesias, donde se especifican la sumisión a la política exterior soviética y la “táctica correcta” que supone la “Guerra revolucionaria”. No obstante, a finales de la década, la propaganda del castrismo parecía estar ganando la batalla y demasiados medios libertarios de Europa y América Latina tendían cada vez más a apoyar la Revolución Cubana, teniendo que soportar el MLCE nuevas acusaciones de estar al servicio de la reacción. El historiador Frank Fernández sitúa un punto de inflexión con la publicación en 1976 en Canadá del libro “The Cuban Revolution: A Critical Perspective” (La Revolución cubana: un enfoque crítico), de Sam Dolgoff, excelentemente distribuido y que “hizo un impacto demoledor entre las izquierdas en general y los anarquistas en particular”. El libro constituyó un certero enfoque crítico del castrismo, recogiendo la lucha del MLCE y propiciando su reconocimiento internacional. En 1979, el MLCE inició también una nueva publicación, “Guángara Libertaria”, que en 1985 tendrá ya corresponsales por todo el mundo; llegará a ser la principal publicación anarquista en Estados Unidos, pero su actividad cesará en 1992 a pesar de que sus miembros seguirán estando muy activos.
A comienzos del siglo XXI, superadas las polémicas del pasado, no existen prácticamente anarquistas que pudieran ya defender ningún tipo de evolución libertaria de un régimen totalitario basado en el control absoluto y en la máxima explotación por parte del Estado y del capital; recordaremos que en la Isla operan empresas del capitalismo internacional, a pesar del bloqueo de los Estados Unidos, el cual dificulta los intercambios comerciales, pero no los impiden. Los anarquistas que abandonan la Isla de los años 70 para acá forman una nueva generación del “Movimiento Libertario Cubano en el Exilio”, red de la que forman parte ácratas de diversas partes del mundo. Esta organización nada tiene que ver con la reaccionaria oposición de Miami, Florida, (Estados Unidos), pero sí le merece el respeto de esa otra, mayoritaria, que tal vez no tengan un proyecto político revolucionario, pero sí cree en el establecimiento de un esquema de libertades elementales y en el respeto a los derechos humanos.
Respecto al interior de la Isla, “Cuba Libertaria” es el boletín del “Grupo de Apoyo a los Libertarios y Sindicalistas Independientes en Cuba” (GALSIC), cuyo primer número aparece en febrero de 2004. El GALSIC es un grupo informal, sin una estructura organizativa permanente, que tiene la intención de coordinar de forma puntual para difundir iniciativas e información en apoyo de los libertarios y los sindicalistas cubanos en su lucha contra el régimen dictatorial de los Castro. Octavio Alberola, el veterano anarquista, es uno de los activos promotores de esta iniciativa; él considera que existe una disidencia mayoritaria en Cuba no vinculada con los Estados Unidos, a pesar de no tener presencia mediática, tanto por intereses del régimen cubano como del gobierno estadounidense. El sindicalismo independiente en Cuba sabe que tiene una ardua tarea, primero por la lucha contra el gobierno cubano, luego por combatir mañana contra la implantación del capitalismo cubano muy probablemente aliado con las mafias burocráticas que actualmente detentan el poder en la isla. Como es lógico, el sistema totalitario imposibilita la cuantificación real de los grupos anarquistas en Cuba, los contactos con el exterior son mínimos debido a la feroz represión y a los escasos medios, pero a buen seguro que existirá un nuevo auge tras el fin del régimen autoritario.
Fuentes:
Carlos M. Estefanía, “España y el anarquismo en Cuba”.
Carlos M. Estefanía, “Los anarquistas cubanos a fines del siglo XIX: los libertarios y la guerra del 95”.
Frank Fernández, El anarquismo en Cuba (Fundación Anselmo Lorenzo, Madrid 2000).
Frank Fernández, “Los precursores del Primero de Mayo. La primera jornada, La Habana 1890”, en Germinal. Revista de Estudios Libertarios núm.8 (octubre 2009).
Cuba Libertaria. Boletín del Grupo de Apoyo a los LIbertarios y al Sindicalismo Independiente en Cuba.
Entrevista con Octavio Alberola sobre la perspectiva antiautoritaria en Cuba.
Entrevista al Movimiento Libertario Cubano en el Exilio.
Anarquismo en Cuba.
El anarquismo como movimiento social mantuvo una gran influencia entre la clase trabajadora de Cuba durante el siglo XIX y principios del siglo XX. El movimiento cobró fuerza especialmente tras la abolición de la esclavitud en 1886, hasta que fue reprimido primero en 1925 por el presidente Gerardo Machado y finalmente por el gobierno marxista de Fidel Castro tras la revolución cubana a finales de los años 50. El anarquismo cubano se inclinó principalmente hacia el anarcocolectivismo de Mijaíl Bakunin, y posteriormente, hacia el anarcosindicalismo. El movimiento obrero en América Latina, y por extensión también en Cuba, estuvo en sus comienzos más influenciado por el anarquismo que por el marxismo.
Historia.
Época colonial.
A mediados del siglo XIX, la sociedad cubana estaba altamente estratificada, consistiendo en una clase dirigente de criollos españoles propietarios de plantaciones de tabaco, azúcar y café, una clase media de trabajadores de las plantaciones negros y españoles, y una clase baja de esclavos negros.
Los escalones más altos de la sociedad estaban también profundamente divididos entre los criollos y los españoles peninsulares, con los españoles altamente beneficiados por el régimen colonial. Cuba era una colonia española, aunque había movimientos por la independencia, por la integración en los Estados Unidos, y por la integración con España.
Las raíces del anarquismo se vieron por primera vez en 1857, cuando se fundó una sociedad mutualista proudhoniana. Tras ser introducido a las ideas de Pierre-Joseph Proudhon por José de Jesús Márquez, Saturnino Martínez (un asturiano emigrado a Cuba) fundó el periódico “La Aurora” en 1865. Dirigido a los trabajadores tabacaleros, incluía las primeras advocaciones de sociedades cooperativas en Cuba. Durante la Guerra de los Diez Años, entre los insurgentes contra España se incluían expatriados procedentes de la Comuna de París, y otros influenciados por Proudhon, incluyendo a Salvador Cisneros Betancourt y a Vicente García González.
Desarrollo inicial del movimiento.
Enrique Roig San Martín.
Para la década de 1880 se manifiesta la primera influencia explícitamente anarquista, cuando José C. Campos establece enlaces entre Cuba y anarquistas españoles que operaban en Barcelona, Cataluña, (España), importando panfletos y periódicos anarquistas. Al mismo tiempo, muchos anarquistas españoles emigraron a Cuba, y se convirtió en algo muy común entre los trabajadores el leer literatura anarquista en voz alta en las factorías tabacaleras, de ese modo ayudando ampliamente a la diseminación de las ideas anarquistas entre los trabajadores. Durante la década de 1880 y hasta comienzos de la década de 1890, los anarquistas cubanos apoyaron un método anarcocolectivista de organización y acción similar al de la Federación de Trabajadores de la Región Española, siguiendo una línea de “a cada cual según su contribución”, en oposición al “a cada uno según su necesidad” de los anarcocomunistas. Enrique Roig San Martín.
Enrique Roig San Martín fundó el “Centro de Instrucción y Recreo de Santiago de las Vegas” en 1882, para defender la organización del trabajo y distribuir literatura de anarcocolectivistas de España. El centro tenía una política estricta, aceptando a todos los cubanos, sin tener en cuenta su posición social, tendencia política, o diferencias de color. El mismo año, la “Junta Central de Artesanos” se fundó siguiendo la declaración de Roig San Martín de que “ningún gremio ni organización de la clase trabajadora debería estar atada a los pies del capital”. Roig San Martín escribió para “El Boletín del Gremio de Obreros”, y para el primer periódico explícitamente anarquista en Cuba, “El Obrero”, que fue fundado en 1883 por demócratas republicanos pero que rápidamente se convirtió en portavoz de los anarquistas cuando Roig San Martín tomó el puesto de editor. Fundó entonces “El Productor” en 1887. Además de San Martín, “El Productor” tenía escritores en las ciudades cubanas de Santiago de las Vegas, Boyeros, La Habana, (Cuba) y Guanabacoa, La Habana, (Cuba) y en las ciudades de Tampa, Hillsborough, Florida, (Estados Unidos) y Cayo Hueso en Florida, (Estados Unidos), y publicó artículos reimpresos del periódico en lengua francesa “Le Revolté” y en “La Acracia” de Barcelona, Cataluña, (España).
Fundada en 1885, la organización “Círculo de Trabajadores” se concentró en actividades educacionales y culturales, hospedando una escuela laica para 500 estudiantes pobres y mítines para grupos de trabajadores. Al año siguiente, líderes del “Círculo” (con Enrique Creci a la cabeza) formaron un comité de ayuda para obtener fondos para los problemas legales de ocho anarquistas de Chicago que habían sido culpados de asesinato en relación con la revuelta de Haymarket. En mes y medio, el comité había conseguido aproximadamente 1.500 dólares estadounidenses para la causa. Además, unos días antes de las ejecuciones de los anarquistas, el Círculo organizó una demostración de 2.000 personas en La Habana para protestar contra la decisión del estado de llevar a cabo las ejecuciones. El “Círculo” y “El Productor” fueron ambos multados, el periódico por una editorial escrita por Roig San Martín sobre las ejecuciones, y el “Círculo” por mostrar una pintura que conmemoraba la ejecución. El gobierno colonial también prohibió las demostraciones que deberían mantenerse cada año en aniversario de la ejecución.
Fortalecimiento de la organización y la acción.
La primera organización explícitamente anarquista, la “Alianza Obrera”, fue fundada en 1887. Esta organización participó junto con la “Federación de Trabajadores de la Habana” y “El Productor” en el primer “Congreso Obrero de Cuba”, que tuvo lugar el 1 de octubre de 1887. Al congreso atendieron principalmente trabajadores tabacaleros, aunque no exclusivamente. Fue emitido un “dictum” marcando seis puntos:
Oposición a todos los vestigios de autoridad.
Unidad entre las organizaciones de trabajadores a través de un pacto federativo.
Completa libertad de acción entre todos los grupos.
Cooperación mutua.
Solidaridad entre todos los grupos.
Prohibición dentro de la federación de todas las doctrinas políticas o religiosas.
Saturnino Martínez desaprobó el resultado del congreso, favoreciendo ideas de organización mas reformistas. Esto condujo a una rivalidad entre él y Roig San Martín y la división de los sindicatos en dos bandos.
Pronto tras el congreso, los trabajadores tabacaleros inician una serie de huelgas en tres factorías, una de las cuales duró hasta el final de noviembre. Más tarde, en el verano de 1888, las huelgas de los trabajadores tabacaleros llevan a un paro patronal de los propietarios en más de 100 factorías. El “Círculo de Trabajadores” organiza una colecta para apoyar a los trabajadores en paro forzoso, yendo tan lejos como para enviar representantes a Cayo Hueso, en Florida, (Estados Unidos) para solicitar donaciones de trabajadores tabacaleros estadounidenses. En octubre fue finalizado el paro patronal con los propietarios de las factorías acordando reunirse con los trabajadores para llevar a cabo negociaciones. El resultado de esta situación fue tan favorable para la “Alianza Obrera” que el sindicato vio aumentar su número de miembros desde los 3.000 hasta los 5.000 en los siguientes seis meses, convirtiéndose así en el sindicato más fuerte de Cuba. Al año siguiente, Roig San Martín muere a los 46 años de edad, unos días después de ser liberado de prisión por el gobierno colonial español; a su funeral asisten supuestamente unas 10.000 personas afligidas. Solo unos meses después, en respuesta a un paro patronal/huelga en la industria tabacalera, el jefe colonial Manuel Salamanca y Negrete cerró el sindicato de fabricantes, la “Alianza Obrera” y el “Círculo de Trabajadores”, aunque se permitió a las cuatro escuelas mantenidas por el “Círculo” mantenerse abiertas, y el “Círculo” en su totalidad obtuvo permiso de la nueva administración para reabrir al año siguiente.
La respuesta del gobierno y la Guerra de la Independencia.
Portada de El Productor conmemorando
los incidentes de Haymarket
La primera celebración del 1 de mayo en Cuba se llevó a cabo en 1890, y consistió en una marcha seguida de un mitin en el que hablaron 18 anarquistas. En los días siguientes, las huelgas de trabajadores en muchas industrias llevaron al gobierno colonial a cerrar de nuevo el “Círculo de Trabajadores”, anulando la decisión al enfrentarse con un manifiesto de protesta firmado por 2.300 trabajadores. Más tarde ese mismo año, once anarquistas fueron juzgados por el asesinato de Menéndez Areces, director de la moderada “Unión Obrera”. Aunque los once fueron considerados inocentes, el capitán general Camilo García Polavieja usó la situación como pretexto para clausurar “El Productor”, y para la represión de los anarquistas en general.
En 1892, fue celebrado otro congreso de trabajadores en el que se reconfirmaron sus principios anarcosindicalistas y se expresó solidaridad con las mujeres de la clase trabajadora (una idea nueva dentro de una clase trabajadora formada fundamentalmente por hombres, que sentían que debían competir con las mujeres por el puesto de trabajo), declarando: “Es una necesidad urgente no olvidarse de las mujeres, que comienzan a llenar los talleres de muchas industrias. Son empujadas por la necesidad y por la codicia burguesa a competir con nosotros. No podemos oponernos; ayudémoslas.” Sin embargo, el resultado de esto fue la supresión por parte del gobierno del movimiento mediante la deportación, el encarcelamiento, la suspensión del derecho de libre asociación, y el cierre de las oficinas centrales de las organizaciones para sofocar los esfuerzos organizativos.
Durante la Guerra de Independencia cubana, los anarquistas se unieron a otros miembros del movimiento sindical para distribuir propaganda a los soldados españoles, instándolos a no oponerse a los separatistas, y a unirse a la causa anarquista. Algunos años antes, los anarquistas habían adoptado las ideas propugnadas por los anarquistas españoles de organización no solo en sindicatos, sino también formando grupos anarquistas para educar a la gente y cometer violentos actos contra el estado conocidos como “propaganda por el hecho”, que conllevaron a la Guerra de Independencia. Los anarquistas colocaron bombas que destruyeron puentes y tuberías de gas, y contribuyeron al fallido intento separatista de asesinar al capitán general Valeriano Weyler en 1896. Esto condujo a una mayor represión del gobierno contra los anarquistas, cerrando la “Sociedad General de Trabajadores” (que creció fuera del “Círculo”), realizando deportaciones masivas de activistas, e incluso prohibiendo la lectura en los puestos de trabajo.
Comienzos del siglo XX.
Tras la Guerra Hispano-Estadounidense, que otorgó a Cuba su independencia de España, muchos anarquistas estaban insatisfechos con las condiciones que persistían. Citaban condiciones que eran perpetuadas por el nuevo gobierno, como la supresión de los movimientos sindicales, las ocupaciones estadounidenses, y la insatisfacción con el sistema escolar. Para 1899, los trabajadores anarquistas se habían reorganizado, bajo la “Alianza de Trabajadores”. Para septiembre de este año, cinco de los grupos organizadores habían sido arrestados, tras una huelga de albañiles que se extendió a todos los oficios de la construcción. Durante este tiempo, el organizador anarquista Errico Malatesta visitó Cuba, dando discursos, y entrevistas a varios periódicos, pero los compromisos de sus siguientes conferencias fueron pronto obstaculizados por el gobernador civil Emilio Nuñez.
En torno a 1902-1903, los anarquistas y otros organizadores sindicales comenzaron intentos para organizar la industria del azúcar, entonces la mayor industria de Cuba. Pero los propietarios respondieron rápidamente, y dos trabajadores fueron asesinados, con los crímenes nunca resueltos.
Francisco Ferrer Guardia, anarquista catalán cuya teoría educacional inspiró el establecimiento de escuelas por parte de los anarquistas cubanos
Los activistas anarquistas también centraron mucha de su energía hacia la preparación de la sociedad para la revolución social a través de la educación. Los anarquistas dirigieron escuelas infantiles para contrarrestar a las escuelas católicas y a las escuelas públicas, creyendo que las escuelas religiosas eran el anatema de sus ideas de libertad, y que las escuelas públicas eran demasiado a menudo usadas para inculcar ideas de “nacionalismo patriótico” y desanimar el pensamiento libre en los niños. En números de “¡Tierra!”, un periódico anarquista semanal (publicado desde 1899 hasta 1915, sacando más de 600 números), los escritores denunciaron el requerimiento de la escuela pública de presentar lealtad a la bandera cubana, y animaban a enseñar a los niños que la bandera era un símbolo de “inclinaciones cerradas y divisivas”. Los anarquistas alegaban que los estudiantes matriculados en dicha educación se convertirían en “carne de cañón” en un conflicto entre los líderes de los partidos liberal y conservador en 1906, que provocó la intervención y ocupación de Cuba por los Estados Unidos hasta 1909. Aunque los anarquistas habían dirigido escuelas desde aquellas del “Círculo de Trabajadores”, no fue hasta 1906 cuando las escuelas empezaron a tomar un rumbo menos tradicional. En 1908, los anarquistas incluyeron un manifiesto en números de ¡Tierra! y La Voz del Dependiente, llamando al establecimiento de escuelas modeladas de forma similar a la Escuela Moderna de Francisco Ferrer Guardia.
Represión y actividad sindical.
En 1911, tras una huelga sin éxito de los trabajadores tabacaleros, panaderos y carreteros, todos apoyados por “¡Tierra!”, el nuevo secretario gubernamental, Gerardo Machado, deportó a muchos anarquistas españoles y encerró a muchos anarquistas cubanos. La política represiva instituida en este periodo continuaría durante 20 años. Después de que Mario García Menocal se hiciera con el control del gobierno cubano en 1917, varias huelgas generales fueron recibidas con violencia por parte del estado. Varios organizadores anarquistas fueron asesinados por el estado, incluyendo a Robustiano Fernández y a Luis Díaz Blanco. Sin embargo, los anarquistas respondieron con la misma moneda con sus propios actos violentos. A tiempo, un grupo de 77 personas que el gobierno había denominado como “mafia anarcosindicalista“ fueron deportados a España. Del mismo modo, las publicaciones anarquistas fueron prohibidas (habiendo sido “¡Tierra!” cerrada en 1915), y el “Centro Obrero” anarquista fue obligado a cerrar. Tras el Congreso anarquista de 1920 en la Habana, (Cuba), tuvieron lugar varios bombardeos, incluyendo uno en el “Teatro Nacional” cuando se encontraba actuando Enrico Caruso, que ganaba entre 15 y 20 veces el salario anual de un trabajador medio cubano con cada actuación individual. Al año siguiente, Menocal perdió el control del gobierno, que pasó a Alfredo Zayas y Alfonso, conduciendo a una proliferación de la actividad anarquista. El grupo de “¡Tierra!” comenzó a publicar libros y panfletos, y al menos se publicaban otros seis periódicos anarquistas regulares.
En este tiempo, los anarcosindicalistas estaban todavía a la cabeza del movimiento obrero en Cuba. Sin embargo, aunque las industrias marítima, ferroviaria, de restauración y tabacalera eran controladas por anarquistas organizados, no fue hasta 1925 cuando una gran federación anarquista fue organizada con éxito por los trabajadores. Similar a la Confederación Nacional del Trabajo de España, los miembros no anarquistas de la “Confederación Nacional Obrera Cubana” eventualmente formaron el Partido Socialista Popular en agosto de 1925. Para este tiempo, muchos anarquistas (incluyendo a Alfredo López y a Carlos Baliño) habían sido barridos por la excitación sobre la Revolución rusa, y se habían convertido en partidarios de formas mas autoritarias de organización. Muchas huelgas tuvieron lugar durante el otoño de 1925, y el gobierno, de nuevo bajo el liderazgo de Machado, fue rápido en la supresión del movimiento laboral. Varios líderes sindicales fueron fusilados, y varios cientos de anarquistas españoles fueron deportados en un mes. Machado afirmó: “Tenéis razón; yo no se lo que es el anarquismo, lo que es el socialismo, lo que es el comunismo. Para mi todos son lo mismo. Todos son malos patriotas”. Alfredo López, entonces secretario general de la CNOC, fue arrestado primero en octubre de 1925, y animado a unirse al gobierno, seguido de un segundo arresto en julio de 1926. Estaba “desaparecido” en este momento, apareciendo su cuerpo en 1933, tras la caída del gobierno de Machado.
Reorganización tras la partida de López y los españoles.
Bandera del Movimiento 26 de Julio de Fidel Castro, una organización contraria a Fulgencio Batista que reclutó a muchos anarquistas cubanos en los años 50.
Con la falta de López, el control sobre el CNOC estaba en pugna entre los anarquistas y los comunistas. Para 1930-1931, el CNOC había sido tomado por los comunistas, con los anarquistas siendo enviados a la policía, todavía bajo el control de Machado. Muchos de los anarquistas españoles implicados decidieron volverse a España. Siguiendo la aprobación por el nuevo gobierno de una ley por la cual al menos la mitad de los empleados de un patrón debían haber nacido en Cuba, un gran número de anarquistas de Cuba nacidos en España fueron forzados por la necesidad económica a regresar a España, lo que menguó ampliamente la influencia del movimiento anarquista en Cuba. Sin embargo, pronto fue fundada la “Juventud Libertaria” por una generación más joven de anarquistas, y para 1936, tras el comienzo de la Guerra Civil española, los anarquistas cubanos habían fundado la “Solidaridad Internacional Antifascista” (SIA), para ayudar en el envío de dinero y armas a la CNT y la Federación Anarquista Ibérica. Muchos anarquistas nacidos en Cuba fueron a España a unirse a la lucha, junto con muchos anarquistas nacidos en España exiliados de Cuba.
Con los derechos garantizados por la constitución cubana de 1940, los anarquistas pudieron organizarse de nuevo con un menor riesgo de muerte o deportación. La SIA y la “Federación de Grupos Anarquistas de Cuba” se autodisolvieron, formando sus miles de miembros la “Asociación Libertaria de Cuba”. La ALC mantuvo el “Primer Congreso Nacional Libertario” en 1944, eligiendo un secretario general, y un secretario organizativo. Fue seguido por un segundo congreso en 1948, en el que el anarquista alemán Augustin Souchy pronunció el discurso inaugural. También se eligió un órgano de propaganda oficial para la ALC, “Solidaridad Gastronómica”, que fue publicado de forma mensual hasta su clausura por el gobierno de Castro en diciembre de 1960. Se celebró un tercer congreso en 1950, centrándose fuertemente en mantener el movimiento obrero apolítico y libre de interferencia por parte de los políticos y los burócratas. A mediados de los años 50, Fulgencio Batista estaba de nuevo en el poder tras un golpe de estado con éxito. Muchos anarquistas se unieron a los grupos guerrilleros que luchaban contra el gobierno de Batista, incluyendo al Movimiento 26 de Julio de Fidel Castro, que llevó a Batista a huir de Cuba el último día de 1958.
Período postrevolucionario.
۱۹۶۰-۱۹۶۱٫
Durante los primeros días tras tomar el poder, Castro expulsó a conocidos anarcosindicalistas de la “Confederación de Trabajadores de Cuba”. Debido a esto, y por una sospecha general hacia los gobiernos, el consejo nacional de la ALC publicó un manifiesto denunciando al gobierno de Castro y sus acciones. El periódico “Solidaridad Gastronómica” también denunció su descontento con el gobierno, diciendo que era imposible que un gobierno fuera “revolucionario”. En enero de 1960, la ALC decidió en asamblea, pedir apoyo a la “Revolución Cubana”, declarando al mismo tiempo su oposición a los totalitarismos y las dictaduras. A finales de año, el periódico del grupo (Solidaridad Gastronómica) sería cerrado por el gobierno. El número final conmemoraba la muerte del anarquista español Buenaventura Durruti, y contenía un editorial declarando que las “dictaduras del proletariado” eran imposibles, opinando que ninguna dictadura podía pertenecer al proletariado, tan solo dominarlo.
Durante el verano de ese mismo año, el anarquista alemán Augustin Souchy fue invitado por el gobierno de Castro para inspeccionar el sector agrario. No quedó impresionado con lo que se encontró, y declaró en su panfleto Testimonios sobre la Revolución Cubana que el sistema era demasiado similar al modelo soviético. Tres días después de la partida de Souchy de Cuba, la tirada completa fue incautada y destruida por el gobierno. Sin embargo, una editorial anarquista argentina republicó el panfleto al siguiente diciembre. Aproximadamente al mismo tiempo, la ALC, alarmada por el movimiento del gobierno de Castro hacia una forma de gobernar marxista-leninista, publicó una declaración, bajo el nombre Grupo de Sindicalistas Libertarios para prevenir reacciones contra los miembros de la ALC. El documento declaraba oposición al centralismo, a las tendencias autoritarias, y al militarismo del nuevo gobierno. Tras la denuncia del documento por parte del secretario general del “Partido Comunista Cubano” (PCC), los anarquistas fracasaron en su búsqueda de un impresor que publicara una reacción a la denuncia. La publicación “El Libertario” publicó su última edición ese verano.
Siguiendo estas acciones, muchos anarquistas eligieron pasar a la clandestinidad, recurriendo a la “acción directa clandestina” como su único medio de lucha. Según el anarquista cubano Casto Moscú, “un número infinito de manifiestos fueron escritos denunciando los falsos postulados de la revolución de Castro y llamando al pueblo a oponerse a ella… se pusieron en marcha planes para sabotear las cosas básicas que sustentaban al estado”. Después de que Manuel Gaona Sousa, uno de los fundadores de la ALC y antiguo anarquista, hiciera público un manifiesto apoyando al gobierno, y declarando “traidores” a todos aquellos que se oponían al gobierno, Moscú y otro anarquista, Manuel González, fueron arrestados en la Habana, (Cuba). Cuando fueron liberados, ambos fueron inmediatamente a la embajada mexicana, donde fueron aceptados. Finalmente, ambos viajaron de México a Miami, Florida, (Estado Unidos) donde se reunieron con muchos de sus compañeros cubanos.
Exilio.
A partir de mediados de 1960, pero acelerándose ampliamente en el verano de 1961, un gran número de anarquistas cubanos emigraron a los Estados Unidos. Ese verano, en Nueva York, el “Movimiento Libertario Cubano en el Exilio” fue formado por algunos de esos exiliados, entrando en contacto con anarquistas españoles exiliados tras la Guerra Civil española, que también vivían en Nueva York, (Estado Unidos). Entraron también en contacto con Sam Dolgoff y la “Libertarian League”, con sede en Nueva York, (Estado Unidos). Rápidamente, fueron recibidas donaciones de todo el mundo para los anarquistas cubanos exiliados. Sin embargo, tras la publicación del manifiesto de Gaona, las donaciones se acabaron pronto, ya que muchos anarquistas en otros países fueron convencidos por los argumentos de este documento. Como respuesta al amplio efecto de este manifiesto, el MLCE publicó el “Boletín de Información Libertaria” con el apoyo de la “Libertarian League” y el periódico de la “Federación Libertaria Argentina”. Entre muchos otros, la FLA publicó un ensayo de Abelardo Iglesia titulado “Revolución y Contrarrevolución” que manifestaba las diferencias que los anarquistas cubanos veían entre las revoluciones marxista y anarquista: “Expropiar a las empresas capitalistas, entregándoselas a los trabajadores y técnicos, ESTO ES LA REVOLUCIÓN. Pero convertirlas en monopolios estatales en los cuales el único derecho del productor es obedecer, ESTO ES LA CONTRA-REVOLUCIÓN”.
Mientras los cubanos exiliados en los Estados Unidos estaban intentando conseguir fondos para apoyar a los anarquistas encerrados en prisión en Cuba, el MLCE fue denunciado por anarquistas estadounidenses y de otros países como marionetas de la CIA, y “meros anticomunistas”. El periódico anarcopacifista “Liberation” publicó artículos a favor de Castro, lo que conllevó protestas del MLCE y la “Libertarian League” delante de sus oficinas. Pero en 1965, el MLCE envió a Iglesias a Italia para presentar el caso contra Castro ante la “Federazione Anarchica Italiana” (FAI). La FAI quedó convencida, publicando condenas en periódicos anarquistas italianos tales como “Umanità Nova”, y recolectando firmas de condena de la “Federación Libertaria Argentina”, la “Federación Libertaria Mexicana”, la “Anarchist Federation of London”, la “Sveriges Arbetares Centralorganisation”, la “Federación Anarquista Francófona”, y el “Movimiento Libertario Español”.
A pesar de las denuncias de organizaciones y periódicos anarquistas de todo el mundo, la opinión empezó a cambiar en 1976, cuando Sam Dolgoff publicó su libro “The Cuban Revolution: A Critical Perspective”, (La revolución cubana: una perspectiva crítica). Además, en 1979, el MLCE comenzó la publicación de una nueva revista titulada “Guángara Libertaria”, republicando el artículo de Alfredo Gómez “The Cuban Anarchists, or the Bad Conscience of Anarchism”, (Los anarquistas cubanos o la mala conciencia del anarquismo).
En 1980, el MLCE y “Guángara Libertaria” apoyaron la evacuación masiva de cubanos de Cuba después de que muchos disidentes cubanos ocuparan la embajada peruana en la Habana, (Cuba). Muchos de aquellos que habían abandonado Cuba en esta época se unieron al colectivo editorial de “Guángara”. Para 1985, el colectivo tenía corresponsales por todo el mundo, incluyendo México, Hawái, España, y Venezuela. La revista llegó a una tirada de 5.000 ejemplares en 1987, convirtiéndose en el periódico anarquista de mayor circulación en los Estados Unidos. Sin embargo, en 1992, el colectivo cesó la publicación de GL, aunque muchos de sus miembros continuaron publicando escritos.
Véase también.
Movimiento Libertario Cubano
GALSIC
El Exilio español en México
Enlaces externos.
Dossier Historia del anarquismo cubano I, por Carlos Manuel Estefanía
Dossier Historia del anarquismo cubano II, por Carlos Manuel Estefanía
Los anarquistas cubanos a fines del siglo XIX: los libertarios y la guerra del 95, por Carlos M. Estefanía
España y el anarquismo en Cuba, por Carlos M. Estefanía
Anarquismo y feminismo: las mujeres en el debate antiimperialista, por Rodrigo Quesada Monge
Comentando la obra “El anarquismo en Cuba” de Frank Fernández
Debate: Anarquismo, antiimperialismo, Cuba y Venezuela, varios autores
Cuba libertaria, boletines del GALSIC
El anarquismo en Cuba. Un pensamiento verdaderamente revolucionario
Ponencia presentada en la mesa-debate Trinchera Abierta en su edición del mes de agosto, realizada en el Centro Social Abra, La Habana.
۱۰ de septiembre de 2018
Por: Mario Valdés Navia
La lucha independentista, el anarquismo y Martí
El anarquismo ha sido parte del movimiento revolucionario mundial. Tal vez eso parezca una verdad de perogrullo para algunos, pero en Cuba eso hay que decírselo a la mayoría de las personas. Hay que recordar que en la historia de la Revolución Cubana, de 1961 en adelante, el anarquismo se tiró hacia la contrarrevolución, es decir, se tildó de contrarrevolucionario. Por tanto, es muy importante rescatar y destacar la pureza revolucionaria del anarquismo. Sus principales figuras fundacionales, dieron la vida por la causa. El anarquismo y el socialismo internacional tienen un mismo sustrato que es la concientización de la clase obrera. Entonces, el anarquismo no puede despreciado, por ser una rica tradición de la clase obrera.
En Cuba, el anarquismo es un fenómeno muy interesante. En la década del 80 del siglo XIX, sobre todo luego del paso del reformismo como resulta natural en la evolución de las posturas políticas de la época colonial a ocupar espacio entre los obreros. Logró afianzarse de tal forma que grandes anarquistas como Enrique Roig, lograron penetrar el sector tabacalero.
Aquel anarquismo que había llegado a Cuba a partir de inmigrantes españoles e italianos, pronto encuentra un nuevo bastión que son los tabacaleros de Tampa y Cayo Hueso, (Cuba). De esa manera, la “Alianza Obrera”, organización Anarquista en Cuba, crea una especie de filial en esas zonas de Estados Unidos bajo el nombre de “Asociación de Tabaqueros de la Florida”. Esta organización llegó a ser tan fuerte que casi convence a los tabaqueros de la zona de que no debían luchar por la independencia de Cuba, porque para ellos la patria de los obreros era el mundo.
Ahí no puede dejar de mencionarse a Martí, quien responde a esto. Para ello escribe un texto que ha sido desgraciadamente malinterpretado, y que es “Patria es humanidad”, negando la tesis anarquista contemporáneo de que la patria no es el suelo donde se nace. Había surgido un conflicto entre el ideal anarquista y el nacionalismo que defendía Martí. Cabe destacar que tal cosa no representó una rivalidad antagónica o un gran conflicto, y prueba de ello, es la existencia de un Carlos Baliño, que era un socialista que coqueteaba con el marxismo y el anarquismo.
Continuando con Martí… él supo superar tales diferencias. Fue el primer político cubano que tiene en cuenta en su discurso, y más que en su discurso, en su proyecto, a la clase obrera. Hay que distinguir que tuvimos muchos revolucionarios anticolonialistas, pero no se pueden confundir con los revolucionarios sociales. En él, se inicia una práctica política que asume y destaca la clase obrera.
Hay que mencionar entonces el famoso discurso “Con todos y para el bien de todos” en Tampa, (Cuba) donde el predominio era anarquista. Su mensaje, era para los obreros anarquistas. El resto de la historia todos la saben, muere Martí y con él, el proyecto revolucionario, quedando pospuesta la Revolución, como dijera Ramón de Armas, muchos años después.
El anarquismo no murió. En 1892 fue el primer congreso obrero de La Habana, (Cuba) donde predominó eminentemente el ideal anarquista. Ahí se hace un acuerdo famoso y de gran trascendencia, que afirmaba que a pesar de los ideales del anarquismo, los obreros tienen el deber de luchar por su patria. Sin caer en especulaciones, tal parecía que se habían leído “Patria es humanidad” de Martí, lo cual no es descabellado ya que este fue publicado en un diario anarquista. De todos modos, estaba implícito ese ideal martiano, donde luchar por la humanidad más cercana, era luchar también por toda la humanidad.
Quizá lo anterior ilustre un poco la importancia del anarquismo como fuerza y su carácter positivo dentro de la tradición revolucionaria cubana.
El anarquismo en la República. La clave para pensarlo hoy.
En la república el anarquismo sigue existiendo y es la corriente ideológica principal del movimiento obrero cubano. De seguro se preguntarán ¿hasta cuándo?, ¿qué ocurrió con el anarquismo? Y los hechos de ese periodo neocolonial son fundamentales para comprender la situación actual del anarquismo en Cuba. Considero que el desplazamiento de esa ideología ocurrió cuando los comunistas se adueñan del poder en la “Confederación Nacional de Obreros de Cuba” (CNOC), en buena medida por el espacio cedido por Alfredo López, que les abre el espacio por la confianza depositada en ellos. No era cuestión de malas intenciones, sino simplemente que no se puede dejar pasar por alto que la militancia comunista cubana, como muchas en la época, era una sección de la “Internacional Comunista” por definición de sus propios estatutos.
Lo importante de esto, es que hasta la década de 1920, hay un marcado matiz anarquista dentro del movimiento obrero, siento el corazón del movimiento revolucionario. Enrique Roig ya mencionado aquí, Alfredo López también mencionado, Sabino Pupo, Niceto Pérez ambos dirigentes campesinos-, eran figuras del anarquismo.
Aclaro que las discrepancias ocurridas entre comunistas y anarquistas, era con los comunistas miembros del partido, no con comunistas no miembros, como puede ser el caso de un Mella expulsado, quien fue gran amigo de Alfredo López. Sin embargo, en la “Universidad Popular José Martí”, se vieron figuras de ambas tendencias, unidos por una misma causa. Es decir, no se puede negar los momentos de confraternidad y unión, sobre todo porque entre sus hombres, Mella y Villena principalmente se opusieron a la idea de la subordinación a “La Internacional”. Lo cual no quita que la dirección comunista aprovechó inteligentemente la represión machadista contra la CNOC para asumir la dirección del movimiento obrero cubano, cosa que puede demostrarse incluso con eso hecho conocido como Error de Agosto, donde los comunistas negociaron con Machado. Ver esta última etapa, donde ocurre un distancia en el que se mostraba superior la línea de los comunistas, y la inserción de estos en la máxima dirección del país, dice mucho para explicar por qué ha perdido espacio público una corriente tan revolucionaria, anticapitalista y emancipadora como es el anarquismo.